Estaba leyendo en «Newsweek» unas declaraciones de Bill Gates enfatizando que «lo mejor que se puede hacer por un país es mejorar su educación», cuando recibo el último informe PISA. Hay que reconocer un efecto bueno del «Programme for International Student Assessment». Hace que la educación sea noticia una vez cada tres años.
Los nuevos resultados indican que la educación española está estancada en la mediocridad desde hace diez años. No progresamos. Continuamos ligeramente por debajo de la media de la OCDE en las tres competencias medidas: comprensión lectora, conocimientos matemáticos y conocimientos científicos. Casi todas las Comunidades Autónomas han hecho estudios ampliados, lo que nos permite comprobar que algunas de ellas tienen resultados mucho mejores que otras.
Dos datos me parecen dramáticos. El primero es el índice de fracaso escolar en España. La OCDE había fijado como objetivo para 2010 una tasa del 10%, pero nosotros superamos el 30. El segundo, revelado por el reciente PISA, es que el número de alumnos españoles muy competentes no llega a la mitad de los promedios OCDE. Es decir, fracasamos también en excelencia. Nuestro estancamiento no se debe a razones económicas. Lo interpreto como un fracaso cultural, que la sociedad debe resolver. Necesitamos un socialismo de las oportunidades y una aristocracia del mérito. No hay progreso con mediocridad. Sin duda, los gobiernos son los primeros responsables de la situación, pero la mejora del sistema educativo supera sus capacidades. Exige una «movilización educativa de la sociedad». La educación de una nación, al igual que la salud, es resultado de múltiples agentes y de numerosos factores. «Para educar a un niño hace falta la tribu entera». Creo que en un plazo comprendido entre 6 y 10 años podemos cambiar la eficacia de nuestra educación. Pero si nos ponemos manos a la obra AHORA MISMO.
JOSÉ A. MARINA es filósofo, pedagogo e impulsor de la Universidad de Padres
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