Siempre hay una primera vez, para todo. La docencia no es la excepción: nuestras primeras clases son una experiencia que nos define como educadores, aunque siempre está la posibilidad de redefinirse, en especial si esa primera aproximación no fue del todo gratificante. A continuación les acerco algunos consejos que me sirvieron o sirven a la hora de ejercer mi tarea docente.
Uno: Que el miedo al rechazo no te paralice.
Las etiquetas y los pre-conceptos son “el cuco” de la modernidad. No dejemos que nos piensen las opiniones o percepciones ajenas sobre tal o cual grupo, sector social, edad, región, y un gran etcétera.
Es común sentir algún temor a la hora de encarar un nuevo curso. ¿Me amarán o me odiarán? ¿Tendré que imponer mi autoridad o no va a ser necesario? ¿Habré preparado la clase bien, será muy básica o demasiado complicada? Estas y algunas dudas por el estilo suelen invadir nuestra cabeza y paralizar nuestra lengua cuando nos enfrentamos a un nuevo curso, y es normal porque somos humanos. Una de las cosas que nunca entendí demasiado de los cursos o de las jornadas de perfeccionamiento docente es por qué se orientan a mejorar las planificaciones o aprender a ser más eficaces y eficientes como institución, en vez de prestarle más atención al factor humano que es justamente lo que se pone en juego en la interacción diaria dentro y fuera del ámbito educativo, al respecto di una charla en el CONSUDEC hace ya algún tiempo. Aprender a planificar es tan importante como desarrollar nuestra inteligencia emocional o aprender a lidiar con nuestros problemas personales, nuestros miedos, frustraciones, limitaciones, como también hacernos cargo de nuestros logros, certezas y potencialidades. Somos un compendio de todas esas cosas y es inútil intentar desconocer esta realidad.
Si sentís que la adrenalina corre demasiado rápido por tus venas antes de enfrentarte a una clase, respirá profundo (en serio, respirá profundo) tres veces, refrescate la cara y enfrentá tus temores con la mejor sonrisa. Muchos de esos temores son sólo paredes de papel de arroz.
Dos: siempre se atrae lo que se irradia (como emoción y como pensamiento)
Hay una vieja máxima egipcia (devenida en consejo para recaudar dinero) que habla del poder de la atracción. En realidad no es ningún secreto, es algo tan simple que muchos creen que es demasiado bueno para ser verdad. Esta vieja máxima tiene su costado budista:
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su
fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un
pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma
manera que la rueda sigue la pezuña del buey…
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su
fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un
pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que
jamás le abandona.
“Me maltrató, me golpeó, me derrotó, me robó”. El odio de aquellos
que almacenan tales pensamientos jamás se extingue.
“Me maltrató, me golpeó, me derrotó, me robó”. Quienes no albergan
tales pensamientos se liberan del odio.
El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se
apaga a través del amor. Tal es una antigua ley eterna.
¿Recuerdan el ejemplo que dió Manuel en su artículo sobre empatía? Bueno, eso: uno atrae hacia sí lo que consciente o inconscientemente irradia. Digo inconscientemente porque la mayor parte del tiempo estamos irradiando estados mentales, emocionales y ni siquiera nos damos cuenta de ello… si estoy enojado/a por algo y sigo enganchado/a ese estado emocional, dándole vueltas con el pensamiento… seguramente ese día cada cosa que pase va a sumar leña al fuego del enojo, casi todas las personas o situaciones van a estar vinculadas con tensiones, mal carácter, enojos, brusquedad… estamos atrayendo lo que emitimos; y esto también va para las chicas y chicos que andan en la búsqueda del amor de su vida (sobre esto voy a escribir en otro post).
Se fijaron que cuando uno está bien consigo mismo ¿todo se ve con otros ojos? Difícilmente nos enganchemos en discusiones sobre puntos de vista, o nos sintamos heridos e identificados frente a palabras necias. Al fin y al cabo todo es una cuestión de actitud.
En la docencia es exactamente igual. Proyectamos nuestras emociones y pensamientos de tal forma que somos capaces de formar un entorno amigable o violento sólo con una respiración. Por supuesto que no siempre vamos a estar 10 puntos!! Lo interesante de este conocimiento es que nos permite darnos cuenta de que las etiquetas que pudiéramos dar o darnos son engañosas, que nadie permanece en una emoción o pensamiento toda la vida y que ultérrimamente, la forma de ver el mundo que tenemos va configurando el mundo en el que vivimos. Hacernos cargo de lo que nos toca y accionar en consecuencia; sin reclamos, sin lamentos, sin desasosiego. Si algo nos molesta, si no estamos conformes con tal o cual situación en nuestra vida… pues entonces es hora de tomar cartas en el asunto y tratar de encontrar una solución. A veces esa solución va a necesitar del apoyo de otros… por eso es tan importante aprender a comunicar.
Tres: Nunca confundas autoridad con temor
La autoridad la da el conocimiento, la templanza, la recta conducta… nunca el temor que alguien pueda tenerte. El temor es odio hacia alguien o algo que considero superior. La autoridad es respeto sincero y no puede negociarse: se tiene o no se tiene. Cuando uno está seguro de sí mismo irradia confianza, esa confianza inmediatamente se convierte en autoridad. Sólo buscando tu centro podrás irradiar confianza. Sanciones, gritos, menosprecios, enfrentamientos, desdén, soberbias, indiferencias… todo eso es pasajero, la verdadera autoridad nace en vos mismo.
Cuatro: No estás sólo
“Cada maestro con su librito”, ¿te suena? Creo que muchas veces tomamos esta frase para justificar nuestro aislamiento. Nuestro estilo educativo no debería dejarnos solos en el mundo, más bien todo lo contrario. Somos seres naturalmente sociales y empáticos y como tales deberíamos sentirnos cómodos al pedir consejo, ayuda o el punto de vista de otros. Aislarse es peligroso, es comenzar a negar la realidad. Correrse del rol de sabelotodo es fundamental para crecer como persona y como profesional.
Cinco: Las redes sociales y las nuevas tecnologías no son tus enemigas sino tus aliadas.
Hemos creado un fantasma alrededor de lo que no conocemos.
Cada vez que escucho algún comentario que pone a las nuevas tecnologías en el rol de diablo o Dios del siglo XXI me produce escozor. Las TICs, las redes sociales , las aplicaciones en la nube, son sólo herramientas que uno aprende a usar para potenciar ciertas capacidades y mejorar la productividad. En sí mismas no pueden ser buenas o malas, no nos hacen mejores o peores personas, no nos cambian el alma, no son la cura para todos los males. Negarlas es realmente una estupidez, las Tics están y ofrecen algunas posibilidades muy interesantes. Para poder aprovecharlas hay que capacitarse, moldear la mente, aceptar el cambio, comprender su forma de ser y estar en el mundo. Recién entonces puedo utilizarlas con inteligencia, es decir, sin ser utilizado por ellas.
Seis: Tomate un tiempo en el mes para investigar y conocer otras formas de ver otras formas de encarar temas las novedades de tu materia
Es cierto que las urgencias merman nuestra capacidad de innovar e investigar. Pero basta ser consciente de ello para poder encarar un cambio. Dedicar 3 horas semanales para conocer cuáles son las nuevas tendencias, qué nuevos descubrimientos se han hecho en nuestra materia, qué innovaciones son posibles de acuerdo a esos nuevos descubrimientos. La internet nos ofrece esa facilidad de conocer, de informarse para luego poder reflexionar -en la soledad de la ducha, mientras viajamos en colectivo, o hacemos la comida-. Tres horas semanales no parecen ser demasiadas, pero siempre es mejor que ninguna. Este tiempo que dediquemos nos engrandece como profesionales, aumenta nuestra autoestima, nos hace sentir más valiosos como personas… porque después de todo… la rutina y el repetir una y otra vez los mismos conceptos termina por taladrar nuestra capacidad creativa. Sin creatividad, convengamos, nos sentimos menos personas y más máquinas.
Así que vamos, sólo es cuestión de organizar tu agenda para poder sumar 3 horas semanales a tu mejoramiento profesional.
Siete: Recorda por qué elegiste ser docente.
Abrazate a ese sentimiento y enamorate cada día de tu elección. Porque noble cosa es aprender, e increíble es la capacidad que todo ser humano tiene para enseñar. Porque después de todo, enseñar es ayudar a otros a crecer. Pero difícilmente podamos hacerlo si no nos queremos a nosotros mismos. No corras detrás del afecto de tus estudiantes, más bien se sincero, amoroso, generoso en el saber. Sé auténtico y nunca temas decir “no se”.
Debemos aprender a valorarnos, buscar el tiempo para perfeccionarnos en nuestra humanidad, para desarrollar todas nuestras potencialidades. Sin lugar a dudas, ese camino es más nutritivo si se recorre en compañía.
Para ser un gran docente sólo hace falta: conocimiento, amor por enseñar y aprender y una gran motivación para cambiar el mundo. El día que perdés algo de esto, te perdés a vos mismo.